Muchas son las personas que tuvimos la suerte de conocerle y seguramente todas recordaremos por siempre a Don Pedro, nuestro compañero de reflexiones que sabía llegar a nuestros pequeños corazones irradiando alegría y juventud.
¿Qué como lo recordaremos? Cada cual tendrá su momento preferido: Aquel meditando, aquel otro saludando afable, quizás cuando se disfrazaba de moro o de mago para ambientar un grupo de trabajo juvenil en las noches frías de Teror, en las misas de jóvenes,...
Para él que siempre tenía un rato para escuchar, para aquella bellísima persona que no notabas que estaba a tu lado pero ¡allí estaba!, para tí, Don Pedro, nuestro amigo, sacerdote, compañero, maestro, animador,... te mandamos mil besos que te sirvan de colchón para tu merecido descanso.
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