Reconoce tu pobreza, tu vacío.
Reconoce tu debilidad: Tú solo no puedes alcanzar lo que tanto deseas.
No te acomodes a tu pequeñez: Lucha por crecer siempre más, estírate, transciéndete.
No te distraigas, no te entretengas, vive con el alma de puntillas.
Sé persona de grandes deseos: No te conformes con las migajas de la mesa de la esperanza.
Grita, suplica, llora, ora. Apasiónate. Crece en el deseo, crece en el amor. El amor engendra deseo y el deseo enciende el amor.
Paciencia y perseverancia. Todo tiene su tiempo para madurar y todo se debe preparar. No seas caprichoso, ni ansioso. La espera aquilata y capacita.
No duermas. Vigila. No dejes que tu lámpara se apague.
También la fe ha de estar despierta.
Atento a cualquier signo, voz o pisada. Los ojos y los oídos bien abiertos, no vaya a pasar de largo.
¿Puede nacer Jesús en tu casa? ¿Le abrirás la puerta?
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