sábado, 18 de octubre de 2008

En silencio...

Pon ante el Señor tu corazón para que Él lo sane con su perdón. Un corazón herido y vacío, ocupado por otros tesoros: la soberbia, el orgullo, tu propio yo, preocupaciones excesivas, el quedar bien, el miedo al qué dirán, no arriesgar todo por la verdad...

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